jueves, 9 de diciembre de 2010

En un principio surgió como una necesidad religiosa. Sirvió de adorno a los templos budistas (Rica), luego se usó como fondo decorativo para las ceremonias del té (Chabana) y fue evolucionando y tomando otros nombres.
Hacia el año 1850 aquel arte reservado hasta entonces para la Corte y la religión, se populariza bajo el nombre de Seika.
A principios del siglo XX surge el Moribana, pujante en su concepción moderna, y para finalizar, en los últimos años se ven arreglos estilizados, en los que incluso se omite el uso de flores para sustituirlas por objetos, con lo cual ya se tergiversa el verdadero sentido del ikebana.
 Como todo arte, el ikebana es una puerta de evasión del mundo agitado, de la vida difícil. Hallar en la forma, en el color, la gracia de la naturaleza, lograr con un mínimo de ramas o de flore un máximo de belleza y armonía, concentrarse en sí mismo para poder concebir una nueva expresión de hermosura, he ahí el fin del ikebana.
 El ikebana está regido por una serie de reglas básicas que deben ser bien asimiladas antes de aventurarse en realizaciones más osadas. Estas reglas, estos principios, no significan una restricción, sino que imponen un orden, una disciplina que la embellece.
Es común que apenas iniciados en este arte tengamos deseos de innovar y crear conjuntos originales, pero esto es factible solamente cuando se han asimilado todo los fundamentos del ikebana.
 Etimológicamente, la palabra ikebana se puede descomponer en dos partes:
 -          ikeru, que significa conservar vivo, y
-          hana, cuya traducción es flor.
Es decir, que es el arte por medio del cual se introduce un trozo de la naturaleza en nuestro hogar, y se lo conserva vivo.
Por primera vez en la historia del arte, introducimos y “conservamos viva” la naturaleza en nuestro hogar.
Se han captado imágenes muy bellas a través del dibujo, la pintura y la escultura, muy sutiles en la poesía, muy fieles con la fotografía, pero con el ikebana buscamos reproducir (no copiar) un trozo de la naturaleza, y la conservamos viva por unos días en un rincón de nuestro hogar.
He aquí su valor, y su fundamental diferencia con las otras ramas del arte.
 Fuente: “Ikebana, arreglo floral”, Editorial Contémpora.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Expresar mucho con muy poco

Uno de los significados de la palabra ikebana o arte floral japonés, es que son flores que adquieren vida. La palabra Ike viene de colocar, ordenar, volver vivo o encontrar la verdadera esencia, y bana de hana, flor o planta, dar vida o sentimiento. Ya veis una palabra tan simple lo compleja y profunda que puede llegar a ser. La misión del ikebana es un camino de iluminación, una de sus funciones es la de elevar la conciencia y la espiritualidad. También se usa simplemente como arte decorativo minimalista, hoy en día muy usado en casas modernas.
Es uno de los artes más tradicionales del Japón que se practica desde hace más de 600 años. Se fusionó de la admiración que tenían los japoneses por la naturaleza influenciados por la religión sintoísta y de la introducción del budismo por chinos. Estos últimos tenían la costumbre de ofrecer flores en los altares, de estos arreglos florales de los altares fue derivando al ikebana con el tiempo. En un principio eran centros muy elaborados llamados rika, creando un paisaje con flores erguidas y después los arreglos shoka, placidas flores vivientes. En cambio en la actualidad hay estilos más fáciles de elaborar como el moribana, flores agrupadas o centros con recipientes bajos.
Hoy en día hay muchas escuelas de ikebana por todo el mundo, una de las más conocidas es la escuela ikenobo, aún siendo todas escuelas de ikebana, hay pequeñas diferencias entre ellas a la hora de elaborar los centros florales. Cuando se elabora un arreglo floral ikebana, se representa en tres líneas básicas que todo en su conjunto representa el universo. Éste está representado con tres líneas o ramas símbolo, la más larga representa el cielo, la segunda es el hombre y la tercera, la más pequeña es la tierra que forma el arreglo como un microcosmos. Las dimensiones de cada uno dependerán del recipiente donde se haga el arreglo. Se acompañan a cada una de estas tres ramas tres flores principales, que dan color y armonía al arreglo. Para terminar se añaden hojas que dan equilibrio.
Cuando se trata de recipientes bajos en forma de plato, estas flores están sujetas por una pieza metálica bastante pesada con púas, llamado kenzan. El Kenzan sirve para sujetar el tallo y peso de la rama o flor, con él se le pueden dar la dirección más recta o inclinada según se desee. Además estas púas airean la base del tallo y permiten que entre más agua, favoreciendo que permanezcan vivas más tiempo.
Expresar mucho con muy poco. Es un arte estacional donde se mezclan diferentes elementos según la época del año en todas sus fases; brotes, frutos, semillas, ramas con líquenes, etc expresan emociones de estas estaciones, sugerencias del pasado, presente y futuro. Es muy importante en ikebana representar el ciclo de la vida y la muerte, viendo la totalidad de la naturaleza. Esto viene por la influencia del movimiento zen en Japón, también llamado wabi sabi o arte de la impermanencia. Es interesante tener en cuenta varios requisitos de esta filosofía para hacer ikebana, como que el universo esta en constante movimiento y ello se ha de reflejar en el arreglo mediante ramas secas que pueden representar el pasado o ramas con yemas sin abrirse como representación del futuro. Esto genera una serena contemplación de la fugacidad de todo y al contemplar este hecho nuestra visión cambia indiscutiblemente.
Existen unos métodos de alargar la vida de la flores, si conocemos el syusho, es decir, las características del desarrollo de la flor, mayor partido le sacaremos, aprovechando su forma y naturalidad. La manera de cortar las flores es importante para que se conserve mucho más tiempo; las ramas se cortan en bisel, es mejor cortar la rama dentro de una cubeta de agua para que queden en ella burbujas de aire, sobre todo no cortarlas en los nudos de las plantas ya que en estos no absorben tan bien el agua. En el caso que se nos hayan puesto mustias lo más aconsejable es inundarlas en cubo de agua toda la noche y al día siguiente estarán perfectas. Es conveniente de vez en cuando rociar las flores y hojas con agua para dar aspecto de frescor, sobretodo en verano.
El recipiente, parte del arreglo, es tan importante como las flores, el tamaño, la forma, color y la textura. Todo ha de tomarse como un conjunto que deberá combinar las flores y los otros materiales naturales. Su tamaño estará de acuerdo al espacio donde tenga que colocarse y los materiales serán cortados en proporción a su tamaño, es importante usar gran variedad de ellos para no limitar nuestra creatividad.
Espacio agua limpia, normalmente en verano se deja ver el agua porque da frescor, en cambio en invierno se cubre con hojas u otro material. Es conveniente que el arreglo no este en un lugar repleto de objetos, ya que por si mismo crea un ambiente y cuanto más vacío, el arreglo gana en presencia. Es conveniente revisar el arreglo cada dos días para renovar el agua o quitar hojas o flores marchitas. Estos arreglos, crean un espacio de serenidad y armonía en el lugar donde se ubican.
Hay bastantes estilos pero destacaremos dos el moribana, que son arreglos alegres, con flores de colores, hechos en recipientes bajos, platos, cuencos, etc; en los cuales se usa normalmente como fijador el kenzan.
Otro estilo muy conocido es el nageire flores arrojadas o lanzadas dentro del florero, se hace en recipientes o jarrones altos. En este no se usa el kenzan, se apoyan las mismas ramas en forma de palanca dentro del mismo recipiente, al principio cuesta un poquito, pero es cuestión de ir practicando.
Para iniciarnos al ikebana es conveniente tener un profesor para aprender las reglas básicas y lanzarnos a la práctica diaria. Veremos que con el tiempo los arreglos adquieren más armonía al igual que nosotros mismos por el hecho de practicarlo nos produce un cambio interior. Para realizar el arte floral Ikebana, básicamente necesitamos de tres materiales que se fabrican artesanalmente en el Japón. El nombre de estos cambia según la escuela: 1)Tijeras para corte de flor Ikenobo o hasami. 2) el sujetador con púas o kenzan. 3) el recipiente donde se hará el arreglo floral, que dependerá del estilo elegido.
A la hora de hacer ikebana mejor estar en calma, concentrado y centrado. Desarrollar la sutileza del espíritu, trabajar de corazón a corazón con las flores, una verdadera comunicación entre la flor y el artista.
El arreglo va a ser un reflejo nuestro, a través de él podemos ver como estamos, nos ayuda a interiorizar e ir avanzando, todo en movimiento, estamos ya en el kado o camino de la flores…
MARC MOLL

Es uno de los artes más tradicionales del Japón que se practica desde hace más de 600 años. Se fusionó de la admiración que tenían los japoneses por la naturaleza influenciados por la religión sintoísta y de la introducción del budismo por chinos. Estos últimos tenían la costumbre de ofrecer flores en los altares, de estos arreglos florales de los altares fue derivando al ikebana con el tiempo. En un principio eran centros muy elaborados llamados rika, creando un paisaje con flores erguidas y después los
Tres son los ingredientes “materiales” que hacen falta para hacer un arreglo floral conforme al arte floral japonés o Ikebana: flores, plantas o, si hacemos caso de las escuelas más modernas, cualquier otro elemento que nos sirva de adorno, un recipiente con agua y unas tijeras.
A estos elementos hay que añadir la “espiritualidad” del lugar en el que nos encontremos, de la época del año en la que estemos y, lo más importante, cómo nos sintamos por dentro. Si ya lo tenemos todo, comenzamos a componer nuestro particular ikebana.

“Es arte porque implica una actividad muy creativa; es floral porque se trabaja, principalmente, con materiales florales y plantas y es japonés, porque nació en Japón, país que se hizo con este arte de manos de los monjes budistas procedentes de China, que hacían así sus ofrendas a Buda”, explicó la ponente, señalando que “aunque es un arte ya mucho más moderno, aún conserva, para la enseñanza, los estilos más clásicos”.
Espiritualidad
Se da la circunstancia de que hay muchas escuelas de Ikebana, aunque sólo una, la Ikenobo es la más ancestral y de la que han partido las demás tendencias y variaciones, como la escuela Sogetsu, más vanguardista, que incorpora a los arreglos florales otros materiales, como plantas, plásticos, cristales…
“Desde el momento en el que descubres el Ikebana ya no puedes abandonarlo”, recalcando que esto es así porque “lleva implícita una espiritualidad y un modo de ver las cosas y de situarte tú en un espacio y tus cosas que no de deja indiferente”.

El Ikebana se puede llegar “de tantas formas como personas hay”, desde la fotografía, las obras de arte que nos entrega la naturaleza o la botánica, pasando por el arte de la floristería –“no hay que confundirlo con el Ikebana”.
Incluso, en el desierto, puedes componer ikebana con los materiales que encuentres”,

tormenta

nieve sobre árbol

lunes, 15 de noviembre de 2010

susurro de la cascada

     
                                
                                


Posted by Picasa

viernes, 12 de noviembre de 2010

Jardín ZEN

El jardín zen es sobrio y abstracto. Se trata sobre todo del arte de suprimir cosas. Justo por esta limitación se potencia el efecto y se apela a la imaginación.
Según la doctrina del budismo zen, el hombre debe aspirar a vivir en armonía consigo mismo.

Esto se logra por medio de la meditación, y un jardín semejante, creado según directrices especiales, se presta por excelencia a este fin. Un jardín zen sirve de maravilla para tranquilizarse sin distracción y en armonía con el entorno. Su mayor ventaja desde luego no está en el mantenimiento del mismo. Al contrario: una vez creado, éste se debe dejar en paz, para sólo disfrutar de su presencia.

Arena trillada  formando ondas como del oceano, rocas, agua y alguna planta se unen para crear un espacio en su hogar donde se recupere la calma