El jardín zen es sobrio y abstracto. Se trata sobre todo del arte de suprimir cosas. Justo por esta limitación se potencia el efecto y se apela a la imaginación.
Según la doctrina del budismo zen, el hombre debe aspirar a vivir en armonía consigo mismo.
Esto se logra por medio de la meditación, y un jardín semejante, creado según directrices especiales, se presta por excelencia a este fin. Un jardín zen sirve de maravilla para tranquilizarse sin distracción y en armonía con el entorno. Su mayor ventaja desde luego no está en el mantenimiento del mismo. Al contrario: una vez creado, éste se debe dejar en paz, para sólo disfrutar de su presencia.
Arena trillada formando ondas como del oceano, rocas, agua y alguna planta se unen para crear un espacio en su hogar donde se recupere la calma
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